jueves, 29 de marzo de 2007

II. El enfoque de aprendizaje por competencias en el Programme for International Student Assesment, PISA




a. Definiciones generales de competencias

Al analizar la definición de competencia, detectamos rápidamente su vinculación con los procesos productivos en las empresas en el campo tecnológico. En sí mismo, nace del contexto de la definición de competencia laboral, y se definió como una característica subyacente de una persona, la cual puede ser un motivo, un rasgo, una habilidad, un aspecto de su imagen personal o de su rol social o un cuerpo de conocimientos el cual, el o ella usa. (Richard Boyatzis 1982). Desde esta concepción se describe la competencia como una síntesis de motivación, rasgos personales, habilidades, conocimientos. Sin embargo, el elemento esencial es el actitudinal, esto es, el cómo se comporta y actúa una persona. Montmollin (1984) definió competencia como un conjunto estabilizado de saberes y saber-hacer, de conductas tipo, de procedimientos estándares, de tipo de razonamiento, que se pueden poner en práctica sin nuevo aprendizaje. La idea de llevar a la práctica el conocimiento, llevó a la concepción de la “movilización” del saber, es decir, la actuación, con conductas y decisiones demostrables. En una perspectiva dinámica, las competencias se adquieren en la educación formal, la experiencia y vida cotidiana; se movilizan y desarrollan, y no pueden explicarse y demostrarse independientemente de un contexto socio-cultural. Un rasgo de las competencias es el vínculo entre teoría y práctica, esto es, los conocimientos se abordan en función de las condiciones concretas del problema práctico a resolver y se pueden identificar como situaciones originales.

Esta concepción de competencia está especialmente determinada por la Organización Internacional del Trabajo, que define que “la competencia laboral se convierte en un punto crucial, a partir del cual se vienen transformando los esquemas de educación, formación y capacitación de recursos humanos... Las nuevas competencias necesarias a una economía abierta a las corrientes del comercio internacional, en condiciones altamente competitivas, no pueden ser alcanzadas a través de formaciones que respondan a los antiguos esquemas de una organización fordista y taylorista...” (CINTERFOR/OIT 1996).

Las definiciones de competencia procedentes de la educación laboral y la formación profesional son abundantes y diversas. Se define como competencia la “capacidad de usar el conocimiento y las destrezas relacionadas con productos y procesos y, por consiguiente, de actuar eficazmente para alcanzar un objetivo” (Hayes 1985); “la aplicación de las destrezas, conocimientos y actitudes a las tareas o combinaciones de tareas conforme a los niveles exigidos en condiciones operativas” (Prescott 1985); como “conjunto específico de destrezas necesarias para desarrollar un trabajo en particular, puede incluir la cualidades necesarias para actuar en un rol profesional” (Jessup 1991); como un “conjuntos de conocimientos, de capacidades de acción y de comportamiento estructurados en función de un objetivo y en tipo de situación dada”, (Gilbert y Parlier 1992); como un conjunto de conocimientos, destrezas y aptitudes necesarias para ejercer una profesión, resolver problemas profesionales de forma autómata y flexible y ser capaz de colaborar en el entorno profesional y en la organización de trabajo” (Bunk, 1994); como “la competencia resulta de un saber actuar. Pero para que ella se construya es necesario poder y querer actuar” (Le Boterf 1994); como la “habilidad adquirida gracias a la asimilación de información y a la experiencia, saber–hacer, capacidad para realizar una tarea profesional según criterios estándares de rendimiento, definidos y evaluados en condiciones específicas” (Belisle y Linard 1996); “las competencias no son ellas mismas recursos, en la forma de saber actuar, saber hacer o actitudes, más bien movilizan, integran y orquestan tales recursos. Esa movilización solo es pertinente en una situación, y cada situación es singular, aunque pueda tratársela en analogía con otras ya encontradas” (LeBoterf 1997); como la “capacidad de movilizar diversos recursos cognitivos para enfrentar un tipo de situaciones. (Perrenoud 2000); y como “la competencia es una construcción, es el resultado de una combinación pertinente de varios recursos. (conocimientos, redes de información, redes de relación, saber hacer)” (Le Boterf 2000).

b. La nueva definición de competencia que encierra PISA

Las definiciones de competencias como conjuntos integrados por saberes y/o cualidades están dando paso a una comprensión del concepto basada más en capacidades movilizadas. Esto es que el desempeño competente tiene como característica una compleja mezcla de atributos, las tareas y la capacidad desarrollada por los estudiantes para poner en marcha todo ese acervo personal que se ha transformado en su principal Capital Humano. El enfoque por competencias utiliza recursos que simulan la vida real, y ofrece una gran variedad de recursos para que los estudiantes analicen, resuelvan problemas, y enfaticen el trabajo cooperativo.

Este concepto plantea que la competencia no reside en el estudio o en el trabajo, sino que es el estudiante o el trabajador el que posee y moviliza sus recursos de competencia para llevar a cabo con éxito esa actividad, tarea u operación.

Una de las expectativas más innovadoras en esta materia referida al mundo laboral es la de McClelland respecto de la definición de competencias y capital humano, en que la empresa requiere de un marco de referencia, explícito y apoyado por todos los niveles de la organización, definiendo “modelos de competencias” según sus necesidades operativas u organizacionales.

Un punto sensible en el establecimiento del modelo de competencias radica en la identificación y definición de las mismas. Esto es tema de investigación pedagógica en Europa e Iberoamérica, sin embargo, en el mundo laboral se disponen de metodologías que facilitan la identificación de las competencias necesarias para las empresas.

Debido a la labor de la OCDE y al impulso transformador de la Unión Europea, la educación basada en competencias se transformó en una nueva orientación educativa que pretende dar respuestas a las exigencias de la sociedad de la información o sociedad del conocimiento. Desde este contexto, el concepto de competencia, desde la educación, surge de las nuevas teorías de cognición y significa saberes de ejecución. De este modo, todo proceso de “conocer” se traduce en “saber”; entonces es factible plantear cierta reciprocidad entre competencia y saber: saber pensar, saber desempeñar, saber interpretar, saber actuar en diferentes escenarios, dentro de un contexto determinado. Chomsky (1985), desde la teoría del lenguaje, instauró el concepto de competencias como la capacidad y disposición para el desempeño y para la interpretación. Por su parte, Gardner (1998), y sus planteamientos de las TIM determina competencias que los estudiantes deben desarrollar en el área del arte: producción, percepción y reflexión. Finalmente la educación se apropió de este concepto transformándolo en su centro de debate en la última década del siglo XX.

c. La educación desde el enfoque por competencias

Las competencias detentan una nueva dimensión, que va más allá de las habilidades o destrezas, por ejemplo, dos personas pueden haber desarrollado sus habilidades al mismo nivel, pero no por eso pueden construir un producto con la misma calidad y excelencia. Competencia implica algo más, que se expresa en el desempeño. Las competencias son el eje de los nuevos modelos de educación y se centran en el desempeño. Ser competente o mostrar una competencia implica una acción de convergencia de los conocimientos, las habilidades, los valores y no la suma de estos. La convergencia de estos elementos es lo que da sentido, límites y alcances a la competencia.

Centrar los resultados en el desempeño implica modificar el tipo de diseño curricular y las prácticas de enseñanza y la evaluación que tradicionalmente se habían centrado en la cantidad de información que el estudiante memorizaba. Se proponen esquemas diferentes con una diversificación de situaciones de aprendizaje y evaluación que permiten al estudiante adoptar un papel activo para que pueda movilizar sus conocimientos, habilidades y conductas en situaciones en las que este conjunto de aprendizajes se combinen de distintas formas. De este modo, no separa el “saber” del “saber hacer”, y el resultado se determinará según su grado de integración.

De este modo, las competencias se pueden definir como la convergencia entre los conocimientos disciplinares, las habilidades y la comunicación o su puesta en práctica. Las competencias genéricas enuncian “saberes hacer” o la obtención de resultados más complejos mediante: trabajo de equipo, planteamiento de problemas, buscar y evaluar la información, expresión verbal y escrita, uso de las nuevas tecnologías y resolución de problemas.

En la educación basada en competencias, el contrato didáctico con el estudiante se realiza bajo la intencionalidad de que el sentido del aprendizaje sea el de realizar, “saber hacer”, en interacción en la sociedad. Sin duda, se alude a un proceso en la formación de competencias, en que ellas son observables a través de la práctica, al punto de que es el sujeto aprendiente el que ha construido sus competencias. Por esto, la educación por competencias apunta al desarrollo de experiencias prácticas que se enlazan a los conocimientos para lograr un propósito. La teoría y la experiencia práctica se vinculan, utilizando la primera para aplicar el conocimiento a la construcción o desempeño de algo.

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